Después de un largo descanso, vuelvo a este espacio querido para compartir mi mirada sobre este eclipse que se dará el domingo 26 de febrero.
En primer lugar vale aclarar que un eclipse de Sol siempre se da en Luna Nueva ya que no sería posible en otra fase lunar que nuestro satélite ensombreciera la luz del Sol.
Este eclipse se da en el grado 8 de Piscis y con él, el eje nodal Virgo- Piscis se va despidiendo para ir dejando espacio a la energía que propone el eje Leo-Acuario. Pero la despedida y el cierre han de ser intensos. Neptuno regente de Piscis se encuentra en conjuncíon a 11° y recibe con los brazos abiertos a esta energía de compasión y espiritualidad desmesurada.
Piscis es el último signo de la rueda zodiacal y nos exige acercarnos a la energía universal desde el corazón para comenzar un nuevo camino que puede resultar engañoso o confuso pero que determina un final claro respecto del trabajo que venimos sosteniendo sobre nuestras dudas y ambiciones movedizas desde que comenzó el trabajo de transformación de los signos mutables.
Este eclipse baila con Neptuno y Mercurio. Juntos remueven las aguas de nuestras emociones y dan nuevos rostros y nombres a los dolores que nos resistimos a soltar.
Soltar o que se nos suelte la mano. No hay otra manera para avanzar que ir soltando el lastre.
¿Y que vamos a pedirnos en esta luna nueva? sembremos la intención de sanar nuestro niño interno para que cese los berrinches irreflexivos que tan mal representan la energía de Aries y que oculta su amorosa entrega a la chispa divina creadora que nos impulsa a salir de la zona confortable de lo conocido.
Soltar aquellos patrones que nos vienen flagelando en el último tiempo aunque nos desconcierte desconocer el camino que hay que seguir.
El camino con una luna nueva en Piscis es mirar hacia adentro, sin mirar. Soltarse dentro del espiralado espacio que habitamos cuando estamos conectados con el alma.
Colmados de dudas, sabiéndonos engañados por nuestra mente racional, en sintonía con el poder interno del deseo ferviente de evolución
En primer lugar vale aclarar que un eclipse de Sol siempre se da en Luna Nueva ya que no sería posible en otra fase lunar que nuestro satélite ensombreciera la luz del Sol.
Este eclipse se da en el grado 8 de Piscis y con él, el eje nodal Virgo- Piscis se va despidiendo para ir dejando espacio a la energía que propone el eje Leo-Acuario. Pero la despedida y el cierre han de ser intensos. Neptuno regente de Piscis se encuentra en conjuncíon a 11° y recibe con los brazos abiertos a esta energía de compasión y espiritualidad desmesurada.
Piscis es el último signo de la rueda zodiacal y nos exige acercarnos a la energía universal desde el corazón para comenzar un nuevo camino que puede resultar engañoso o confuso pero que determina un final claro respecto del trabajo que venimos sosteniendo sobre nuestras dudas y ambiciones movedizas desde que comenzó el trabajo de transformación de los signos mutables.
Este eclipse baila con Neptuno y Mercurio. Juntos remueven las aguas de nuestras emociones y dan nuevos rostros y nombres a los dolores que nos resistimos a soltar.
Soltar o que se nos suelte la mano. No hay otra manera para avanzar que ir soltando el lastre.
¿Y que vamos a pedirnos en esta luna nueva? sembremos la intención de sanar nuestro niño interno para que cese los berrinches irreflexivos que tan mal representan la energía de Aries y que oculta su amorosa entrega a la chispa divina creadora que nos impulsa a salir de la zona confortable de lo conocido.
Soltar aquellos patrones que nos vienen flagelando en el último tiempo aunque nos desconcierte desconocer el camino que hay que seguir.
El camino con una luna nueva en Piscis es mirar hacia adentro, sin mirar. Soltarse dentro del espiralado espacio que habitamos cuando estamos conectados con el alma.
Colmados de dudas, sabiéndonos engañados por nuestra mente racional, en sintonía con el poder interno del deseo ferviente de evolución