El plenilunio de este martes 16 se da en el grado 24 del eje Cáncer-Capricornio y coincide con los Nodos, lo que genera un eclipse de luna parcial.
Las lunas llenas son las que culminan un ciclo. La luna se colma de luz solar y la refleja. En los eclipses esa luz se ve mermada a nuestros ojos por un breve lapso.
La luna se tiñe de sombras, se oscurece con el rojo de la tierra, nuestra sangre se muestra simbolizada en el cielo, nos guía a mirar adentro, al bullir sanguíneo de nuestro corazón.
Las lunas en Capricornio impregnan momentos en los que la energía emocional se torna fría y distante, La luna está en destierro en Capricornio. La soledad se hace sentir, la dureza se presenta como el único escenario en el que podemos desplegar el corazón y el frío no se hace esperar.
La luna llena está en conjunción a Plutón, las pulsiones serán protagonistas, el enojo con mamá-papá es invasivo de la percepción y afecta la forma en la que nos relacionamos con el mundo exterior pero en particular nos perseguirá hasta los rincones más absurdos en los que nos sentimos desolados y faltos de la esencia del amor. Las intuiciones y las percepciones de índole mágica podrían sentirse abrumadoras durante este período.
Este eclipse se trata de darse amor para ser amoroso con los demás y convertir el resentimiento en construcción de nido. El nido que se construye a diario dentro nuestro, pero es un nido solitario que luego se permite ir al encuentro de unos otros. Por ello este eclipse es tan movilizante: debo hacer algo para mi, alcanzar un estado de bienestar para compartirme.
Iremos destruyendo la porquería que nos perturba. Todas esas memorias de restricción, el miedo que no deja avanzar, la tortura psíquica de las ancestras, el dolor del árbol, la miseria de lo humano que ensucia nuestras uñas como grasa roñosa. Toda esa porquería que arrastramos en modo cíclico se hace presente en este período de eje nodal Cáncer-Capricornio.
Y la soledad, la tremenda soledad que todos los implicados en este eclipse dejan caer para que nosotros levantemos. Plutón y la luna, Saturno y Venus en oposición.
Una hermosa amiga que conocí gracias a este trabajo que tengo suele decir "Qué vas a hacer con esto". Vamos a cerrar. Y bien, una vez lavadas las manos, liberadas las espaldas, cambiadas las prendas viejas, tomadas las herencias y quemadas las estructuras obsoletas haremos algo bueno con nuestra luz humana.
Es que nos queda la fe. La fe y la compasión que mueve las montañas cuando Neptuno y Venus se colocan en trino. La fe de saber que los sueños se cumplen, siempre que sean los verdaderos sueños.
Las lunas llenas son las que culminan un ciclo. La luna se colma de luz solar y la refleja. En los eclipses esa luz se ve mermada a nuestros ojos por un breve lapso.
La luna se tiñe de sombras, se oscurece con el rojo de la tierra, nuestra sangre se muestra simbolizada en el cielo, nos guía a mirar adentro, al bullir sanguíneo de nuestro corazón.
Las lunas en Capricornio impregnan momentos en los que la energía emocional se torna fría y distante, La luna está en destierro en Capricornio. La soledad se hace sentir, la dureza se presenta como el único escenario en el que podemos desplegar el corazón y el frío no se hace esperar.
La luna llena está en conjunción a Plutón, las pulsiones serán protagonistas, el enojo con mamá-papá es invasivo de la percepción y afecta la forma en la que nos relacionamos con el mundo exterior pero en particular nos perseguirá hasta los rincones más absurdos en los que nos sentimos desolados y faltos de la esencia del amor. Las intuiciones y las percepciones de índole mágica podrían sentirse abrumadoras durante este período.
Este eclipse se trata de darse amor para ser amoroso con los demás y convertir el resentimiento en construcción de nido. El nido que se construye a diario dentro nuestro, pero es un nido solitario que luego se permite ir al encuentro de unos otros. Por ello este eclipse es tan movilizante: debo hacer algo para mi, alcanzar un estado de bienestar para compartirme.
Iremos destruyendo la porquería que nos perturba. Todas esas memorias de restricción, el miedo que no deja avanzar, la tortura psíquica de las ancestras, el dolor del árbol, la miseria de lo humano que ensucia nuestras uñas como grasa roñosa. Toda esa porquería que arrastramos en modo cíclico se hace presente en este período de eje nodal Cáncer-Capricornio.
Y la soledad, la tremenda soledad que todos los implicados en este eclipse dejan caer para que nosotros levantemos. Plutón y la luna, Saturno y Venus en oposición.
Una hermosa amiga que conocí gracias a este trabajo que tengo suele decir "Qué vas a hacer con esto". Vamos a cerrar. Y bien, una vez lavadas las manos, liberadas las espaldas, cambiadas las prendas viejas, tomadas las herencias y quemadas las estructuras obsoletas haremos algo bueno con nuestra luz humana.
Es que nos queda la fe. La fe y la compasión que mueve las montañas cuando Neptuno y Venus se colocan en trino. La fe de saber que los sueños se cumplen, siempre que sean los verdaderos sueños.